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jueves, 27 de mayo de 2010

El Ebro desde el castillo templario de Miravet

Fotografia de la vista del Ebro desde el castillo en Tarragona




Guillem, transitando por caminos próximos a las poblaciones, pero sin entrar en ellas, robando frutas y verduras de los campos y bebiendo en los ríos y fuentes naturales, cabalgando perezosamente durante días, dio con sus huesos en las puertas de la muralla de Miravet, su localidad de nacimiento.

También había llegado hasta allí el asedio de las tropas del Rey.

Fue el último bastión templario intervenido en la Península.

Escapó como alma que lleva el diablo por las sendas de los sirgadores que bordeaban el meandro del caudaloso Ebro, hacia el sur, hacia las tierras recién conquistadas a los sarracenos.

Miravet y su castillo visto desde el meandro del Ebro.

Vista de los muros del castillo

Guillem, tras varias décadas deambulando por la Península, envejecido y vcansado ya de guerrear y perder, creyó llegado el momento de hacer uso del contenido de las alforjas. Así que fue desenterrando lo que entendía que le era de utilidad. Las cosas que no tenían valor económico o a las que no encontró un uso práctico se quedaron a la espera de mejor ocasión.

Volvió a Miravet con un aspecto totalmente cambiado. Vestía ricos ropajes y lucía una cuidada brba con algunas canas. Abrigaba la esperanza de que, al haber abandonado el pueblo siendo mozalbete y no tener ya familia, nadie lo reconocería. Y así fue.

Adquirió la mejor casa que había en ese momento en la ciudad. El jardín lindaba con su añorado Ebro. Luego, tomó esposa. Ni ella ni ninguno de sus vecinos supieron cuál era el origen de su fortuna. Creyeron que procedía de los botines acumulados en las distintas guerras en que participó. Ignoraban que tanto él como sus señores habían sido derrotados en todas ellas.

De vez en cuando se ausentaba de manera misteriosa y justificaba estas repentinas marchas pretextando ambiguos negocios en lejanos lugares. La realidad era bien distinta: en estos viajes se dedicaba sencillamente a enterrar y desenterrar alforjas.

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